José Ignacio Javier Oriol Encarnación de Espronceda Delgado (Pajares de la Vega, Badajoz 25 de marzo de 1808 - Madrid, 23 de mayo de 1842)
Fue el más célebre escritor y poeta del Romanticismo.
A pesar de su corta vida, tan solo 34 años, la vivió con gran intensidad.
Con tan solo 17 años fue desterrado a Guadalajara 5 años, desde Madrid donde estudiaba, por "actividades intelectuales".
Al cumplir su castigo, viajó por Alemania, Francia, Países Bajos, Inglaterra y Bélgica en su condición de exiliado liberal.
Participó en las oleadas revolucionarias de 1830.
Gracias a la amnistía decretada a la muerte de Fernando VII, regresó a España.
Se enroló en la Milicia Nacional, llegando a ser primer teniente de la Compañía de Cazadores de Madrid.
Dedicado ya a la política y al periodismo, es nombrado secretario en la Legación española en La Haya.
En 1841 es elegido diputado progresista en Almería y poco después Parlamentario en la Cortes Generales por el Partido Progresista.
Ese mismo años moría en Madrid a los 34 años de garrotillo (difteria) cuando estaba a punto de casarse.
Comenzó a escribir durante su exilio en Guadalajara. Su producción más extensa es la poesía aunque también firmó alguna novela histórica. Fueron sus poemas narrativos y, sobre todo, sus poemas cortos los que le dieron gran reconocimiento. uno de estos últimos, a los que denominaba "canciones", es el que os traigo a continuación. "La canción del pirata" es bien conocido y a muchos de mi generación os traerá recuerdos de aquellas clases de mediados de los años 70.
También os dejo una versión del poema musicada por la banda de rock Tierra Santa.
La Canción Del Pirata
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:
Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de “¡barco viene!”
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
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