jueves, 12 de abril de 2012

Desde La Ribera Del Manzanares. Real Madrid.


Luego en el partido podrá pasar lo que sea, pero lo que es innegable es el derroche de apoyo que la afición atlética tributa a su equipo un día si y otro también.
Y viene esto a cuento porque en días como hoy salen los apóstoles del rojiblanquismo como setas. Esperan a la derrota nuestra de cada año con el vecino para recordar lo grande que fue su equipo justo cinco minutos antes de que llegaran los Gil al club, lo grande que sería su club si se fueran los dueños actuales y vinieran... ¿viniera quien?...Bueno eso no importa, cualquiera, un Piterman  o un jeque hindú buscado por la Interpol, cualquiera menos los dueños actuales.
Yo que no soy sospechoso de apoyar a Cerezo y Gil ni a ningún grupo opositor, solo digo que viendo las gradas ayer, se contestan muchas cuestiones relativas a lo que significa formar parte de la familia atlética.
A partir de ahí, los que vieron al Atleti de las 4 Copas de Europa, o de las 25 Ligas seguidas, que sigan rumiando su desgracia y añorando tiempos mejores... en su derecho están, por supuesto.

Llegaban los vecinos más potentes que nunca: líderes, mejor equipo visitante, sin una sola baja y encima necesitados de ganar imperiosamente. Casi nada. De eso no hablan los oportunistas. Aún así, Simeone plantea un partido brillante. Conocedor de los problemas madridistas con la circulación de la pelota, se la entrega descaradamente, coloca a Adrián cerca de X. Alonso y deja correr los minutos con el equipo bien situado y con las ideas claras. Habrá a quien no le guste amarrar en tu propio feudo, pero mientras no tengas un equipo automatizado y robotizado, y a día de hoy el Atleti no lo tiene, debes jugar en función del rival. Ya lo hizo el día del FC Barcelona y casi toca el bingo.

En seguida se ve que la cosa funciona. Los madridistas transitan entre la mediocridad creativa de Kaka y Kedhira, y el único recurso que ofrece Ronaldo. Con Alonso dedicado a parar el juego rojiblanco una y otra vez con la connivencia arbitral, a los locales aun les llega para crear más peligro triangulando los jugones y con Diego en el vértice. Y cuando más se rondaba el gol, llegó pero en la otra portería. Un buen disparo de Ronaldo de falta y una sorprendente dejación de Courtois, vuelven a poner, como tantos otros años, la injusta desigualdad en el luminoso.

No pareció acusar el golpe el anfitrión que dio un paso al frente. Engranando un velocidad más empezó a desarbolar a los vecinos y a meterles en su área achicando balones por tierra, mar y aire y ni siquiera el descanso mermó sus ánimos. Con Un R.Madrid empequeñecido, artimañero, perdiendo tiempo y protestón, llegó el empate en una bella combinación de todo el frente de ataque, y culminada con asistencia de Adrián a la cabeza de Falcao. Punto final a nuestras aspiraciones. Tres circunstancias dieron la vuelta al partido. El derrumbe físico del equipo, la inclusión en el césped de Ozil (Por el desaparecido Kaká) que nos reculó hacia nuestro portero, y el gol de Ronaldo, un obús que cayó como una losa sobre el ánimo de jugadores y público. Lo demás carece de importancia, al menos para un servidor. El pescado estaba vendido. Poco importa si el penalty fue dudoso, si fueron cuatro y pudieron ser veinte o si rematamos al palo, lo que realmente importa es que una vez más, los apóstoles del rojiblanquismo, tuvieron motivos para entonar su cantinela, esa que aburre ya tanto como perder tantas veces con nuestro querido vecino.
Continuamos, a pesar de todo, con opciones europeas. Próxima estación Vallecas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario