martes, 27 de marzo de 2012

Las Pinturas Negras. Goya. 2.- Planta Baja.

La romería de San Isidro.
Como ya dije en la presentación, Goya no puso título a ninguna de las pinturas que decoraban su casa. Quizás por eso, porque era su casa y estaban destinadas a su propio deleite y al de sus amigos. No consta quien y cuando puso los títulos tal como ahora los conocemos. Ocurre con esta primera Obra. Le pusieron La Romería de San Isidro ellos sabrían porqué. Pues, si como procesión festiva y dicharachera entendemos nosotros una romería, esta que pintó el Maestro parece todo menos eso. Más bien parece un cortejo fúnebre, una especie de entierro de la sardina carnavalesco, con sus mendigos, sus monjas, sus pícaros y sus embozados. Y todos ellos guiados por el músico...ciego!!
Ya dije que, de los muchos ensayos sobre la serie que existen me quedaría con las apreciaciones que más me convencieran. Pues bien, estas van encaminadas a estos preceptos clave: La propia vida y situación del Maestro, su relación con la Monarquía y la de ésta con su querido país, la muerte, la vejez, su amada Leocadia, la religión y la mitología.
En la situación de España y su rey encuadro esta primera Obra. Los romeros son la España desharrapada, oscura, que se repone de una guerra y que sigue al cantante ciego (Fernando VII) que no sabe, porque no ve, a donde nos encamina. ¿Quizas al abismo de otra guerra?, eso parece entreverse en las caras asustadas de los que siguen al músico. Una especie de flautista de Hamelin que los conduce al precipicio.
Aquelarre.
Justo enfrente de la anterior, sobre la otra pared más larga de la habitación, el Aquelarre. La reunión de brujas en torno al Gran Cabrón y con una joven sentada en el extremo derecho del cuadro. Si la comparáis con la fotografía de esta Obra que puse en la presentación, veréis que ha sido mutilada. Le falta un buen trozo, aunque por lo que se intuye en la foto no se pierde nada especial que afecte a la escena principal. Todo  apunta a una ceremonia de iniciación, una suerte de rito de aceptación en la comunidad de brujas de un nuevo miembro. Una visión poco tratada antes de la España profunda y supersticiosa.
Judith y Holofernes.
La escena bíblica que narra la decapitación de Holofernes, el general asirio, a manos de la viuda judía Judith, se ha interpretado en la serie de Goya por algunos autores como la castración simbólica a que es sometido un hombre maduro a manos de una bella y más joven mujer. Haciendo alusión, claramente, a la relación del Maestro con Leocadia, varios años más joven que él. No creo que Don Francisco tuviera la oportunidad de ver con sus propios ojos las variaciones sobre el mismo tema que hicieron antes Caravaggio, Tiziano o Boticelli, aunque a mi particularmente esta Judith me recuerda a la de Artemisia Gentileschi.
Saturno devorando a sus hijos.
Junto a Judith, al otro lado de la ventana central de la pared más estrecha del fondo de la estancia, la Obra quizás más emblemática, más conocida, más amada y más odiada de la serie: Saturno devorando a sus hijos. Juro que he visto a personas taparse los ojos o darse la vuelta al toparse con ella en la sala de El Prado que la expone. Es violenta, desgarradora, es Goya puro y duro. Esos ojos de locura emergiendo del fondo oscuro, esa quietud del cuerpo del hijo devorado... Es tremenda, realmente. Y de nuevo Leocadia, el amor de madurez del aragonés, se ha querido ver ahí. Porqué es verdad que no parece el cuerpo de un niño, más bien parece el de una mujer, al que un viejo decrépito le esta comiendo la juventud.
Dos viejos.
Frente a Judith y a un lado de la puerta de entrada estaba Dos Viejos. Este título no valdría para la interpretación que yo os propongo. Porque, aunque sí, sean dos personas ancianas, si nos fijamos en la de atrás es casi una representación de la muerte. Esa cara es de una calavera, y parece o quiere susurrar al de delante que su hora, o ha llegado, o le queda bien poco. Goya era consciente de que su final se acercaba (murió en 1828) por sus continuos problemas de salud, y yo me inclino a pensar que en esta Obra el Maestro se permitía un acceso de humor y le hacía un guiño a la muerte, como diciendo: "Ya lo sé, no me lo digas, ya lo sé".
La Leocadia.
Y digo acceso de humor porque parece que eligió esa pared para reírse de si mismo. Al otro lado de la puerta se encuentra La Leocadia probablemente el único autorretrato de la serie. Una mujer vestida de luto se apoya sobre lo que parece una tumba... La del Maestro, por supuesto. Deja así una bonita viuda (aunque no se casaron pues ella ya lo estaba), visitándole en el cementerio. Humor negro del bueno como corresponde a un buen aragonés que se precie.
Dos viejos comiendo sopa.
Y he dejado para el final a los Dos viejos comiendo sopa. No se han puesto de acuerdo los especialistas sobre la auténtica ubicación de esta pequeña maravilla. Es evidente que, al ser la más pequeña de tamaño de la serie, debía estar sobre alguna de las dos puertas de entrada a las habitaciones. Pero bueno, eso no es importante, lo llamativo de la pintura es que volvemos a encontrar a dos viejos, y uno de ellos... sorpresa!, es de nuevo la calavera susurrando algo al otro personaje. No debe resultar chocante esta obsesión con la muerte pues el Maestro rondaba los 75 años durante la realización de tan gigantesco trabajo y debía albergar algunos lógicos miedos. Por no hablar de los tiempos revueltos que se vivían en la capital, con continuos asesinatos y purgas por parte del nuevo régimen. No olvidemos que Goya fue tildado de afrancesado por los monárquicos y de monárquico por los franceses, cuando, probablemente solo fue un español más sobreviviendo en una época convulsa de nuestra Historia.
Continúa.
Próximo y último capítulo: la 2ª planta.

1 comentario:

  1. Hay quien ha descubierto a Napoleón entre la turba borracha del primer término, por eso creo que la pintura se refiere a un pasaje del libro sobre él de Stendhal con el que quiere mostrar al lector su Inteligencia.El Aquelarre es distinto al otro que pintó Goya. Allí si hay un ofrecimiento; aquí enfrenta a la superstición la Ciencia de los ilustrados.Judith hacereferencia a la Fortaleza de la mujer.Saturno no es Saturno, sólo la representación del miedo, del Temor.En dos viejos, uno dicta a otro algún Consejo.Una enlutada triste junto a una tumba es la imagen de una Piedad.Otros dos viejos; uno pasando las hojas de un libro y otro saboreando sopa: saber y sabor tienen la misma raiz etimológica; o los dos señalan la cuchara que es un símbolo masón. Uno de los pilares de la masonería es la Sabiduría. Inteligencia, Ciencia, Fortaleza, Temor, Consejo, Piedad y Sabiduría: los Dones del Espíritu Santo. Es mi interpretación que no encontrarás en ninguna otra parte. Un saludo

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