miércoles, 10 de noviembre de 2010

Hispania. Villa de Materno Ginecio. Carranque.


Reconstrucción de la Villa

Materno Ginecio era un adinerado hispano de la época altoimperial. Familiar lejano del Emperador Teodosio, el último de los emperadores nacidos en nuestro país, en la actual Coca, concretamente. Se hizo construir ésta Villa junto al Manzanares y cerca de la vía que unía Zaragoza y Mérida. Un lugar privilegiado, te das cuenta nada más llegar, a la ribera de un río que en esta parte si lleva agua y en un altozano que permite dominar visualmente. El yacimiento es muy interesante y, además, se continua excavando. Es bastante grande y corresponde a lo que hoy llamaríamos una finca. Consta de un pequeño museo a la entrada, una Basílica, restos de un Ninfeo y la Villa en sí. La parte noble de la Villa, claro, pues se trabaja en desenterrar las zonas de caballerizas, establos, dormitorios de esclavos y la zona de baños.

Se descubrió por casualidad, cómo casi todos los yacimientos y lo primero fueron los mosaicos de la casa principal. Son de una calidad enorme, y hasta las dependencias más humildes tienen su suelo decorado por auténticos maestros musivarios. Por medio de unas rampas te desplazas por arriba de la Villa pudiendo contemplar bastante bién el minucioso trabajo de los artistas. Los temas son, como casi siempre, mitológicos, pero también los hay geométricos. La estrella es Oceano, que con sus barbas y su mirada iracunda parece poner orden entre la multitud de seres acuáticos que le rodean.


La Basílica está entre las más antiguas paleocristrianas, así lo atestiguan los varios sepulcros que hay en su interior. Consta de 3 naves cómo corresponde a la Basílica romana, lugar en el que se impartía Justicia, después reutilizada por los Cristianos manteniendo, incluso, el nombre. Magníficos los restos de las columnatas que separaban las tres naves, de mármol de distintos colores y procedencias. Es de un tamaño importante, lo cual lleva a pensar que no sólo era utilizada por los propietarios, sino que se celebraban juicios, periódicamente, de los lugares de alrededor.



Mosaico de Oceano
El Ninfeo era una fuente decorativa, que pondría el toque elegante a los jardines que circundaban la Villa y la Basílica. Llamados así por estar decorados con figurillas de Ninfas y Sátiros tan del gusto del romano de provincias. La visita se completa con el pequeño museo que contiene algunas piezas del propio yacimiento y algún audiovisual interesante. No puede faltar la tienda de recuerdos, e incluso un pequeño bar con mesas fuera en plan merendero. No os lo perdáis, está cerca de Madrid (30 minutos), son 4 euros, y el enclave os dejará boquiabiertos. Sólo cruzar el rio, desde el parking, por la pasarela de madera, merece la visita. Os gustará, y cómo digo cuando toca: recomendable para los más pequeños.
La Basílica

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