Moix modela una biografía exhaustivamente documentada sobre un personaje sin importancia de una época trascendental.
Y me explicaré. Cualquiera de los otros hermanos de Napoleone tuvo más presencia en la Historia de ese incipiente siglo XIX, que la pequeña, frívola e insustancial Paulina.
Cualquiera de las vidas de sus hermanos Luis, Luciano o José (Nuestro Pepe Botella), la de sus cuñados Murat o Josefina, o la de su madre María Letizia Ramolino, serían infinitamente más interesantes que la de la caprichosa, adúltera y envidiosa Paulina.
Paulina por Francoise Joseph Kinson. 1808 |
Los destinos de sus maridos la llevan a vivir en Haití, Roma, París o Turín, aunque ella se las arregla para suplir a sus detestables esposos con una nómina inabarcable de amoríos. Es posible que el propio Terenci no haya sido capaz de consignarlos a todos. Es una insaciable amante, que además se confiesa enamorada de todos y cada uno de ellos. Pero igual que se enamora, se olvida, y el siguiente en su cama es más amado que el anterior, si cabe.
Paulina por Louise Marie Muduit. 1806. |
La pérdida de su primer marido, el General Leclerc, en el Caribe, y posteriormente la de el hijo de ambos Dermid, acrecentaron la enfermedad contraída en Haití y que ya no la abandonaría hasta su muerte. Con poco más de treinta años inició su peregrinar por las estaciones termales francesas acompañada de su numerosa corte. Nombrada reina de un pequeño estado, nunca ejerció, al contrario de sus hermanos y hermanas.
Y aunque fue la más despilfarradora y vividora de su familia, también fue la que, cuando Napoleone cayó en desgracia, vendió posesiones y joyas para ayudar al pago de las tropas en la infausta campaña de Rusia que, unida a la de España, causaron la caída en desgracia del Emperador. Y en el destierro de la isla de Elba acudió ella para no separarse de su hermano más querido. No lo hicieron los otros Bonaparte, reyes de Nápoles o de España, más bien al contrario corrieron a ponerse al servicio de los aliados y los Borbones.
Paulina por Robert Lefevre. 1806. |
¿Su hermano? regresó al poder en París aclamado por el pueblo, reorganizó su ejército y suavizó la anterior Constitución, pero de nuevo fue derrotado, esta vez en la batalla de Waterloo. Los políticos le retiraron su apoyo y se vio obligado a abdicar en su hijo Napoleón II. De nuevo el exilio, esta vez a la isla de Santa Elena donde murió cuatro años antes que su hermana, envenenado de arsénico...
El legendario retrato en mármol de Antonio Canova. |
Buen trabajo, en resumidas cuentas, de Terenci Moix. Novelón de pijama y orinal aunque como ya he dicho, el personaje protagonista adolece de peso específico en tan trascendental etapa de Francia, Europa y la Historia en general. No le negaré al autor la faena titánica de describir gastronomías, botánicas, modas en el vestir, mobiliarios, joyerías, interiores palaciegos y exteriores parisinos y de otras ciudades, más al contrario me sorprendió gratamente la prosa alegre y vivaz del catalán.
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